Los Götzen-Iturbide Franceschi
viven en el exilio en Australia. Son descendientes de Agustín de Iturbide.
En
2011, el papa Benedicto XVI recibió con honores a
Maximiliano von
Götezen-Iturbide, heredero del inexistente "trono de México".
CIUDAD DE MÉXICO, 7 de julio.- No únicamente España o el
Reino Unidocuentan con una “familia real”.
México también tiene la suya. Sólo que, en este caso, la “familia imperial”
vive en el exilio. Además, no es considerada como tal en nuestro país, ante la
inexistencia del “trono de México”, pero en Europa son tratados por la nobleza
del Viejo Continente como “los legítimos herederos de la
dinastía mexicana De Iturbide”.
Se trata de la familia Götzen-Iturbide Franceschi, encabezada
actualmente por el “príncipe imperial” Maximiliano, descendiente directo de
Agustín de Iturbide, primer emperador mexicano y consumador de la Independencia
del país.
Maximiliano o Maximilien von
Götzen-Iturbide está casado con María Anna de Franceschi, quien
desciende de una línea de nobles croatas y venecianos. Tienen dos hijos nacidos
en Australia: Fernando, actualmente de 21 años, quien sería el segundo en la
línea de sucesión al “trono imperial”, y Emanuela, nacida en 1998.
Perth, Australia, localidad que
cuenta con poco más de un millón y medio de habitantes, en su mayoría
inmigrantes, es la ciudad que alberga a los Götzen-Iturbide Franceschi.
Maximiliano es empresario, gusta de practicar deportes, como la equitación y el
esquí, y participa en competencias de yates.
Su hijo mayor, el príncipe Fernando Leopoldo, fue educado en el
exclusivo y prestigioso instituto suizo Le Rosey. Está
interesado en la historia mexicana y estudia actualmente administración
gubernamental en la Universidad de Georgetown.
En la actualidad no existen
registros sobre declaraciones relacionadas con México que haya realizado algún
integrante de la familia imperial. Excélsior buscó
a Maximilien y a Fernando para entrevistarlos, pero hasta el cierre de esta
edición no se recibió respuesta por parte de los Götzen-Iturbide.
Don Maximiliano es el indiscutible jefe de la Casa Imperial de México y
es heredero al trono, tanto por parte de la tradición Iturbide como por la
Habsburgo. Él ha sido la cabeza de la Casa Imperial por cerca de 50 años, y es
necesario aclarar que no está interesado en desempeñar algún papel político en
México”, explicó el investigador Enrique Sada, quien es cercano a los
Götzen-Iturbide.
En México la monarquía no existe
y la Constitución establece, en su artículo 12, que en el territorio nacional
“no se concederán títulos de nobleza, ni prerrogativas y honores hereditarios,
ni se dará efecto alguno a los otorgados por cualquier otro país”, por lo que
en caso de que los Götzen-Iturbide arriben a México no se les reconocerían sus
títulos nobiliarios.
Sin embargo, la inexistencia de
la monarquía en nuestro país no fue obstáculo para
que, en 2011, Maximiliano Götzen-Iturbide fuera recibido en el Palacio
Apostólico del Vaticano como el “legítimo heredero al trono de México” por
Joseph Ratzinger, entonces papa Benedicto XVI.
LA TRAGEDIA DE UNA FAMILIA
Al menos tres acontecimientos trágicos han marcado a la
dinastía Iturbide. El fusilamiento de Agustín I en Padilla, Tamaulipas, tras su
exilio y posterior retorno a México; la ejecución del emperador Maximiliano de
Habsburgo, así como la muerte de María Josepha Sophia de Iturbide y Mikos de
Tarrodhaza, abuela del actual “príncipe imperial”, en un campo de concentración
comunista.
En marzo de 1823, Agustín de Iturbide abdicó al Trono de México y se
exilió en Italia. En México fue declarado traidor y fuera de la ley por el
Congreso. Se dictaminó que si volvía al país se le debía fusilar
inmediatamente, decreto que exhibía el temor de que el antiguo emperador retornara
del exilio.
Ignorando el decreto proclamado
en su contra, Iturbide se embarcó junto con su familia a México para prevenir
al gobierno sobre los planes de España para reconquistar el país. Desembarcó en
Soto la Marina el 15 de julio de 1824. Ahí fue arrestado por Felipe de la
Garza, y el Congreso local por votación casi unánime —dos diputados se
opusieron— condenó a muerte por fusilamiento a Iturbide.
Agustín de Iturbide fue fusilado
en Padilla, Tamaulipas, el 19 de julio de 1824.
“¡No soy un traidor, no!”, fueron las últimas palabras del primer emperador
mexicano.
“Estados Unidos, a diferencia de
Inglaterra y el resto de América, no celebraron la obra y el genio del Libertador de México: la vieron con temor y desafecto.
Iturbide les recordaba a Napoleón en todos los sentidos, según se desprende de
las conversaciones entre Thomas Jefferson y el presidente James Monroe, pues
sabían que un hombre así, ya como primer jefe, regente o emperador sería no
sólo un estorbo para los planes expansionistas que tenían sobre México y Cuba,
también les parecía una amenaza a su integridad territorial y a su sistema de
gobierno”, aseguró el historiador Enrique Sada sobre la caída del Primer
Imperio Mexicano.
Los restos mortales del primer emperador de México
descansan
en la Catedral Metropolitana
de la Ciudad de México
La nieta de Agustín de
Iturbide, María Josepha, se convirtió en
cabeza de la Casa Imperial de México en 1925, tras el fallecimiento de su tío,
también de nombre Agustín.
De acuerdo con el ya fallecido
historiador español Juan Balansó, quien
siguió la historia de la monarquía mexicana, doña María era muy modesta,
piadosa y nunca busco desempeñar papel político alguno. Se casó en dos
ocasiones y tuvo dos hijas. Su primer matrimonio fue en Hungría, el 12 de marzo
de 1908 con el Barón Johann Nepomuk Tunkl, capitán de caballería del ejército
imperial austro-húngaro. De este matrimonio nacieron dos hijas, María Ana Tunkl
Iturbide, que permaneció soltera, y María Gisela Tunkl Iturbide, quien se casó
en primeras nupcias en 1940 con el conde Gustavo Adolfo von Götzen y,
en segundas, con Ottavio Stefano della Porta en 1959. María Gisela fue madre
del conde Maximiliano Götzen-Iturbide, actual heredero al Trono de México.
Al terminar la Segunda Guerra Mundial fue internada en un campo
de concentración rumano junto con su segundo esposo, Charles de Garriere,
acusados de “monárquicos y enemigos del pueblo”. Su heredero, según su
testamento y con el consentimiento de sus dos hijas, fue su único nieto:
Maximilien von Götzen-Iturbide.
UNIÓN IMPERIAL
Fueron dos las oportunidades que
tuvo la familia Iturbide para gobernar México: la primera, cuando por
aclamación popular, tras la consumación de la Independencia, Agustín de
Iturbide fue coronado como el primer emperador del naciente país.
La segunda oportunidad surgió
durante el Segundo Imperio, cuando Maximiliano y Carlota, al no poder tener
descendientes, decidieron “adoptar” a los nietos del primer gobernante del
México Independiente. Ahí surgió la historia contemporánea de los herederos de
ambos imperios.
Maximiliano de Habsburgo,
emperador desde el 10 de abril de 1864 al 15 de mayo de 1867, “adoptó” a
Agustín de Iturbide y Green, nieto del consumador de la Independencia y primer
emperador de la naciente nación mexicana, Agustín de Iturbide, y a su primo
Salvador.
Fue idea del ex archiduque del
imperio Austro-Húngaro el unir las casas Iturbide y Habsburgo en la figura del
denominado Príncipe de Iturbide para asegurar el futuro del trono imperial de
México.
“Esta acción no nació de los
instintos paternales de Maximiliano y no fue una adopción como tal. Fue un
contrato bien pensado que negoció Carlota con la familia Iturbide, pero ella no
firmó”, explicó Catherine Mansell a Excélsior.
Según la investigadora, el
segundo emperador de México aparece como cotutor, junto con Josefa de Iturbide,
tía del niño, y lo hizo “como algo simbólico” con el objetivo de garantizar la
permanencia del Imperio Mexicano.
“La derrota de esta idea implicó
la derrota del Imperio, pues los mexicanos prefirieron ser ciudadanos de una
república que súbditos en una monarquía”, precisó Mansell.
Consultada por este diario,
Mansell Mayo detalló que los archivos del emperador Iturbide y su familia se
encuentran ahora en Washington D.C., Estados Unidos, concretamente en la
Biblioteca del Congreso y en la Universidad Católica e, incluso, las memorias
de la esposa del Príncipe de Iturbide se encuentran aún inéditas.
EL PAÍS ARROPA A HIJOS DE REYES
Nuestro país cuenta con varios
compatriotas que nacieron con sangre azul, pues sus
antepasados se enlazaron con nobles de diversos países y, por ello, algunos son
herederos al trono o tienen derecho a un título dinástico.
PRINCESA MEXICANA
La escritora Elena Poniatowska, de ascendencia polaca, aunque nació
en Francia, adquirió la nacionalidad mexicana en 1969. Al nacer adquirió el
título de princesa, debido a que su padre fue el príncipe Jean Ciolek Poniatowski, quien descendía de
la familia del último rey de Polonia, Estanislao II Poniatowski.
En la década de 1940, los
Poniatiski llegaron a la Ciudad de México. A esta familia de linaje real
pertenece Kitzia Nin Poniatowska, sobrina de Elena, quien también se dedica a
la literatura.
NOBLE OLÍMPICO
Durante los Juegos Olímpicos de
Invierno en 2010, realizados en Vancouver, Canadá, participó compitiendo por
México en el deporte de esquí un príncipe llamado Hubertus Rudolph von Fürstenberg-von Hohenlohe-Langenburg,
descendiente de la familia real de Württemberg, un antiguo principado ubicado
en la actual Alemania.
Este deportista de sangre azul nació en la Ciudad de México en febrero de
1959. También es cantante, fotógrafo y empresario. En 1981 fundó la Federación
Mexicana de Esquí y en 1984 representó a México en los Juegos Olímpicos de
Sarajevo, Yugoslavia.
La madre de Hubertus Rudolph es la princesa Ira von
Fuerstenberg, una noble italo-alemana y sobrina de Gianni Agnelli, el magnate
de la marca de vehículos Fiat. El padre es Alfonso von Hohenlohe, quien
introdujo el automóvil Volkswagen a nuestro país.
Según el Comité Olímpico
Mexicano, Von Hohenlohe reside en Marbella, en Liechtenstein y, debido a sus
actividades, también en Austria, donde es cantante pop y mantiene frecuente
contacto en los círculos sociales de Viena.
LA CONDESA MEXICANA
La mexicana Genoveva Casanova, de profesión modelo, se casó con el
conde de Salvatierra, Cayetano Martínez de Irujo, hijo de la Duquesa de Alba.
Dos años duró el matrimonio que la convirtió en condesa de Salvatierra, tiempo
en que tuvo dos hijos.
SUEÑOS MONÁRQUICOS
Si bien Maximilien Götzen Iturbide, heredero al Trono de
México, no tiene pretensiones de buscar el poder en nuestro país, existen aquí
diversos grupos que buscan “la restauración pacífica de la monarquía”.
En redes sociales se puede
encontrar al grupo “Yo apoyo el regreso de la monarquía en México. Viva el III
Imperio Mexicano” o también al “Partido Monárquico Mexicano”.
“Apoyamos el regreso de la
Monarquía a México con don Maximiliano von Götzen-Iturbide, actual portador y
protector de la Casa Imperial Mexicana, y príncipe imperial de México. En este
sitio estamos en favor de la monarquía y de la Casa de Iturbide como única
legítima Casa real que puede aspirar al trono de México”, afirman en un sitio
de internet con más de cinco mil seguidores.
“Con el regreso de los
emperadores se instauraría la monarquía constitucional... y México poseería la
única monarquía del continente y tendría un sistema de gobierno muy parecido al
de Reino Unido, España, Noruega, Suecia, Holanda, Bélgica,
Mónaco, Luxemburgo o Liechtenstein”, detallan en la web.
En Facebook y Twitter se pide
presionar al gobierno para que sean trasladados los cuerpos de la familia imperial Iturbide y su descendientes a
territorio nacional y los restos mortales del emperador Maximiliano y la
emperatriz Carlota, para “rendirles los honores merecidos como parte importante
de la historia mexicana”.
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